EMILE CIORAN

02.12.2013 23:25

Incluímos aquí algunos silogismos del libro, paradigmas del pensador apátrida y de un nihilismo mortalmente melancólico.



       Nada seca tanto la inteligencia como la repugnancia a concebir ideas oscuras. 



       Para quien haya respirado la Muerte, ¡qué desolación el olor del Verbo! 



       Más que un error de fondo, la vida es una "falta de gusto" que ni la muerte, ni siquiera la poesía, logran corregir. 



       La filosofía sirve de antídoto contra la tristeza. Y hay quienes creen aún en la profundidad de la filosofía. 



       Aunque pudiera luchar contra un ataque de depresión, ¿en nombre de qué vitalidad me ensañaría con una obsesión que me pertenece, que meprecede?. Encontrándome bien, escojo el camino que me place; una vez "tocado", ya no soy yo quien decide: es mi mal. Para los obsesos no existe opción alguna: su obsesión ha elegido ya por ellos. Uno se escoge cuando dispone de virtualidades indiferentes; pero la nitidez de un mal es superior a la diversidad de caminos a elegir. Preguntarse si se es libre o no: bagatela a los ojos de un espíritu a quien arrastran las calorías de sus delirios. Para él, enzalzar la llibertad es dar pruebas de una salud indecente.




¿La libertad?. Sofisma de la gente sana. 



       Si apenas he obtenido ideas de la tristeza, es porque la he amado demasiado para empobrecerla ejercitándome en ella 


       Somos todos unos farsantes. sobrevivimos a nuestros problemas.


 
       Sufrimos: el mundo exterior comienza a existir...; sufrimos demasiado: desaparece. El dolor lo suscita únicamente para desenmascarar su irrealidad. 



       Cuanto más difuso sea el objeto de una pasión, mejor ella nos destruye; la mía fue el Hastío: sucumbí a su imprecisión. 



       La fe, la política o la violencia reducen la desesperación; por el contrario, todo deja intacta a la melancolía: ella sólo podría cesar con nuestra sangre. 



       En un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.


 
       Gracias a la melancolía -ese alpinismo de los perezosos-, escalamos desde nuestro lecho todas las cumbres y soñamos en lo alto de todos los precipicios.


 
       Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo. 



       La tristeza: un apetito que ninguna desgracia satisface. 



       Oriente se interesó por las flores y el renunciamiento. Nosotros le oponemos las máquinas y el esfuerzo, y esta melancolía galopante -último sobresalto de Occidente. 



       Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado. 



       El deseo de morir fue mi única preocupación; renuncié a todo por él, incluso a la muerte. 



       Dejad de pedirme mi programa: ¿Acaso respirar no es uno?. 



       Si exprimiéramos el cerebro de un loco, el líquido obtenido parecería almíbar al lado de la hiel que segregan algunas tristezas. 



       Sin la esperanza de un dolor aun mayor, no podría soportar éste de ahora, aunque fuese infinito. 



       Refutación del suicidio: ¿No es inelegante abandonar el mundo que tan gustosamente se ha puesto al servicio de nuestra tristeza?. 



       Sólo se suicidan los optimistas, los optimistasque ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?. 




       ¿Superará el hombre algún día el golpe mortal que le ha dado la vida?.


 

       Creo en la salvación de la humanidad, en el porvenir del cianuro. 

 

       Mi avidez de agonías me ha hecho morir tantas veces que me parece indecente abusar aún de un cadaver del que ya nada puedo sacar.