Escrito por Javier Aguirre
La Gran televisión nos muestra a diario la pobreza desde un punto muchas veces crítico, relacionando la pobreza con la droga, la delincuencia, en un estado denigrante y el de vivir esperando una ayuda que nunca llega. Pero no precisamos ir tan lejos…En nuestra localidad…en el barrio obrero y cerca de la costa, detrás de unos árboles y tapiado por pastizales…vive Don Domingo Zacarías, oriundo de Paraguay, con 85 años que doblan su espalda, padre de 10 hijos, dejo su país luego de haber hecho el servicio militar, y después de recorrer muchas provincias, elige Romang para establecerse y formar su gran familia.
“En mi vida no hice mas que trabajar, ya sea en el monte, en el campo, en la isla, hice todo lo que pude hacer, pasando miles de necesidades, pero nunca se me cruzo por la cabeza salir a robar…”
Dice Don Domingo, que con su expresión tranquila nos cuenta parte de su vida, queriendo que lo escuchen, y para eso fuimos…para escuchar y contar su historia
“Hace 20 años que vivo aquí, en este rancho, cerca de la costa, mis hijos me ayudan con algo pero también tienen necesidades, cuando pueden me dan una mano, yo solamente tengo una ayuda que es la tarjeta de 100 pesos que me da la comuna, y no puedo gestionar ninguna pensión por que perdí mis documentos y no puedo recuperarlos”.
En un momento al ver la casa que parece venirse abajo con la próxima lluvia o con el viento, le pregunté ¿cómo paso estos días de la tormenta?
“Y mira m’hijo, como ves el agua me entro por todos lados, pero tenía un piloto y con eso me tape, y por suerte la lluvia entraba por el otro lado de mi cama, así que pude dormir bien…”.
Cuesta imaginarse tal imagen, pero se lo siente seguro en su relato… conformándose con tan poco…uno se pregunta y se cuestiona ¿de qué pequeñas cosas nos quejamos a veces?…
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El paisaje es desolador… el rancho parece esos que describe José Hernández en el Martin Fierro… la paja que cubre el techo sostenida…pareciera…por las telas arañas o recostada simplemente por los palos, el barro que desgastado por la lluvia, deja ver las picanillas y los pocos ladrillos de su pieza, y que si uno se pone a pensar Don Domingo solo necesita una pieza digna donde no entre el agua, lo resguarde del frío, del calor y pueda vivir tranquilo lo que le queda de su vida.
Es decir…unos pocos ladrillos, unas pocas chapas, cemento y arena.
Esta historia es de un hombre que vino con ilusiones y sueños, buscando un mejor lugar para vivir. Pero como nos relata… su vida no fue tan fácil como para otros… aunque el pareciese conformarse con ser humilde pero honrado…condición que hoy resulta muy difícil de encontrar en otras clases sociales.
Ahora nos preguntamos… Don Domingo
¿Merece terminar así?,
¿En Romang, tendremos gente capacitada para solucionar esto?
¿Podrán tener una pronta respuesta a tal necesidad?...
Muchas preguntas…pero nadie pareciera hacerse cargo.
Nosotros queremos mostrar que en Romang también hay necesidades, este es solamente un caso entre tantas historia que nos acercan a diario.
Queremos empezar desde este medio a darles una esperanza a quienes en muchas ocasiones no son escuchados, por que sabemos que nuestra localidad es muy solidaria y esta dispuesta como siempre a ayudar.
Es por eso que gustosamente y de todo corazón ofrecemos este medio para dar una mano al que mas necesita, comprometiéndonos a seguir escuchando sus necesidades y hacer publica sus historias…para que nadie olvide a tantos Don Domingo que llegaron a nuestra localidad y nos enseñaron desde su pobreza la dignidad .
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