LOS ESPAÑOLES

 

 

 

LA OBRA DE LOS ESPAÑOLES

 

Europa se hallaba sacudida por los adelantos y transformaciones que imponía el espíritu de la época moderna. Y España, que ocupaba un lugar preponderante por su poder político y militar, se encontró con un lluevo mundo al que se sintió obligada a atender, colonizar y explotar. Las amplias perspectivas que se brindaban con los vastos territorios descubiertos, convertidos en dominios de la nación exploradora, constituyeron el aliciente para los ambiciosos, los descontentos de la metrópoli y los despóticos.

El Dr. Manuel Cervera, que nos transmitió sus profundos conocimientos sobre la epopeya hispánica, se expresó de manera muy ilustrativa sobre aquellas circunstancias: El feudalismo antes teocrático y después aristocrático, en sus últimos momentos provoca emigraciones de gente inquieta, batalladora y aventurera, de agricultores, en algunas regiones del reino, quienes no pudiendo soportar pleitos ruinosos, gabelas excesivas, despojos arbitrarios, hallan en el Nuevo Mundo campo abierto a su inhibición.

Con todo eso no llegó a ser popular el deseo de venir a las nuevas tierras. Por otra parte la corona española, que había cimentado su dominio en las regiones del Caribe, dirigió su atención al sur del continente para establecer su supremacía frente a las pretensiones de Portugal con quien surgían diferencias por la posesión de los territorios explorados.

Sin detenernos en particularidades, digamos que, en consecución de los fines expresados se organizó en España una expedición de tres carabelas que estuvieron al mando de Juan Díaz de Solís que, a principios de 1516 llegó al estuario del Río de la Plata. Su confianza y coraje le depararon mi triste fin.

 

 

 

Al desembarcar cayó en una celada que le tendieron los indígenas y fue muerto con otros compañeros. Inútil fue el holocausto de su vida pues los sobrevivientes regresaron con la triste impresión de ese primer episodio sangriento en nuestras tierras.

Pasaron varios años y el temor anulaba el interés por explorar las costas de América del Sur. Fue el emperador Carlos V° quien contrató a Sebastián Gaboto, eficaz y ambicioso marino veneciano para que fuera al nuevo mundo siguiendo los pasos de Solís, en la búsqueda de las fabulosas riquezas de las que ya se hablaba provocando la codicia de los aventureros.

Se lanzaron a la mar los navegantes y se internaron en el río de Solís (Río de la Plata) en 1526. Frente a la isla Martín García encontraron a Francisco del Huerto, el grumete de Solís que se salvó de la matanza de su jefe.

 

GABOTO

 

Un año más tarde, en la confluencia de los ríos Carcaraná y Coronda, Gaboto levantó un fuerte que llamó Santo Spíritu. Fue la primera población en tierra argentina y en sus contornos encontró indígenas con quienes logró amistosas relaciones y le proporcionaron noticias de los incas y sus riquezas. Con todo, a raíz de disgustos con los naturales y por temor de un ataque que destruyera el fuerte y que les privara de alimentos, consumaron una matanza de muchos indios timbúes sin una poderosa razón que los justificara. "Este es el primer acto de hostilidad brutal y sangrienta, que con toda injusticia cometieron los españoles en estas tierras", nos puntualiza el Dr. Cervera.

Siguieron al norte remontando el Paraná por lo que Gaboto fue el jefe de la primera escuadrilla de un país cristiano que surcó este río, llegando a pesar del hambre y las privaciones, hasta la actual población de Itatí.

'Tres años estuvo este explorador en estas regiones, tras los cuales regresó a España sin que hubiera obtenido beneficio de su viaje salvo el conocimiento de los parajes bañados por el Paraná, porque también vió destruido su fuerte y perdida su guarnición.

La corona de España dio valor a estas tierras, por lo que dispuso la designación de D. Pedro de Mendoza como primer adelantado y gobernador de esta región. Llegado a orillas del Plata fundó Buenos Aires en 1536, cuya vida como centro poblado fue reducida ya que, despoblada, desapareció por el ataque de los indígenas, no sin antes haber sentido los pobladores el rigor del hambre por la destrucción de los cultivos por las langostas. Lo mismo le ocurrió poco después a Domingo Martínez de Irala al llegar a Asunción, recién fundada por Ayolas (15 de agosto de 1537).

A esta altura de nuestra narración, creemos oportuno transcribir un interesante párrafo del renombrado escritor santafesino ya mencionado, donde nos ilustra sobre las situaciones de aquellas épocas, referidas especialmente a los conquistadores. Dice así: "El solo impulso de capitanes atrevidos, descubría y poblaba tierras nuevas, y siendo los primeros, descubridores aventureros arriesgados, obraban por sí solos muchas veces, o buscaban el apoyo de la autoridad más próxima, para que primara sobre los demás su audacia". .

Digamos para recordar que las corrientes colonizadoras de nuestro país respondieron a tres direcciones: Desde el este, por el Río de la Plata que ya mencionamos; del norte, del Perú hacia Santiago del Estero -ciudad más antigua, 1553- y Córdoba. Y la del oeste desde Chile.

Mientras ocurrían los movimientos en el litoral fluvial, desde Santiago del Estero el gobernador capitán Juan Gregorio Bazán se resolvió explorar el Chaco para salir al Río de la Plata. Con la suerte de no encontrar hostilidad de los naturales, llegó a nuestra región mencionándose que pasó por el arroyo Malabrigo, sin dejar fundación alguna.

El 15 de noviembre de 1573, el capitán y justicia mayor D.Juan de Garay, que bajaba de Asunción, fundó la ciudad de Santa Fe en el lugar donde hoy admiramos sus ruinas, cerca de Cayastá. Para mayor seguridad, ochenta años más tarde, la población fue trasladada a su actual ubicación.

La jurisdicción de la ciudad de Santa Fe llegaba al norte hasta cerca del arroyo El Rey y las exploraciones de Garay abarcaron también nuestra zona, ya sea por tierra como por agua. De allí que el nombre del arroyo pueda suponerse que se debió a los españoles que lo descubrieron.

El 11 de junio de 1580, Garay procedió a la segunda y definitiva fundación de Buenos Aires. Realizó exploraciones por el sur hasta cerca de Tandil y Mar del Plata. Regresando a su asiento de Santa Fe, mientras descansaba a la noche fue muerto junto con 40 de sus acompañantes. "Estas matanzas que efectuaban los indios en emboscadas contra españoles indefensos, a los conquistadores, en su mayoría rústicos a la par de valerosos, imbuídos de la creencia que la victoria de la fuerza bruta sobre la razón y el espíritu de convivencia otorgaba todos los derechos sobre el vencido. Era en definitiva la consecuencia de los males sociales y políticos de la época, que llenaban de confusión y de contradicciones a la civilización europea.

En resumen: la conquista y colonización de las tierras de América se realizó mediante la persuasión y el establecimiento de misiones (reducciones) a cargo de religiosos o por la fuerza de las armas cuando resultaba indómita la resistencia de los naturales.

Para nuestra región, corresponde destacar que el dominio y la defensa del territorio fue misión que se impuso la ciudad de Santa Fe, que hasta que se obtuvo la total pacificación de las naciones indígenas que la rodeaban; debió hacer frente a frecuentes malones hasta llegar a situaciones de casi total abatimiento. Agreguemos que la presencia, siempre en aumento de criollos y mestizos con resabios indígenas, traía serios actos de indisciplina en la sociedad que reclamaban la permanente preocupación de las autoridades.

"Fue usual en la conquista de América". Esta afirmación confirma con claridad la existencia de peligros permanentes a que estaban expuestos los colonizadores españoles en el ambiente hostil de tierras desconocidas, rodeados de multitud de indígenas que no siempre se mostraban sumisos a las intenciones cristianas de integrarlos a la civilización mediante la enseñanza religiosa que inculca el orden, el trabajo y el respeto a la familia y a los semejantes.

Si se produjeron hechos reprobables en desmedro de la vida de los indígenas, debe reconocerse que el temor y el deseo de venganza solían dominar.

En tiempos de Hernandarias, yerno de Garay y su activo y digno heredero entre sus sucesores, dividióse la extensa jurisdicción en dos provincias, la del Paraguay y la del Río de la Plata. El arroyo El Rey era el límite.

Desde principios del siglo XVIII, Santa Fe, ciudad heroica, debió hacer frente a una larga y extenuante guerra contra los bravíos abipones, dueños y señores de toda la región norte de la provincia. Fue en 1710 que, en unión de Corrientes y Tucumán se efectuó una expedición al Chaco. De Santa Fe las tropas las dirigió Francisco de Vera Mujica quien, cumplida su parte en la campaña, informó desde los campos del Rey donde acampó, hallarse con recursos reducidos para continuar.

Abandonada la expedición con resultados negativos, los mocovíes y  abi pones  volvieron a sus depredaciones mientras Santa Fe, decaída en su ánimo y escasa de recursos se hallaba en la miseria. Según el Dr. Cervera, "18 años seguidos sufrió la ciudad, sin poder recoger cosechas de granos, con la seca que provocó la pérdida de los ganados, peste del polvillo y continuadas invasiones de langostas". Con todas estas desgracias se debía estar siempre prestos para la defensa y rechazo de los salvajes.Y no faltaron los que abandonaron la ciudad para radicarse en otras poblaciones. Organizóse otra campaña conjunta de varias ciudades para avanzar hacia el Chaco, concentrándose en El Rey. Tampoco se logró resultados prácticos.

Se mantenía viva la animosidad de los indígenas del norte contra la ciudades y poblaciones vecinas de Santa Fe. No había forma de detenerlos, si bien durante el mandato del teniente el gobernador Echagüe y Andía que los persiguió sin cuartel, la ciudad tuvo una década de relativa tranquilidad. Se vivió la paz convenida en 1734 con los mocovíes y abipones que tenían libre acceso al centro poblado alternando amistosamente con los vecinos.

Pero esa paz, aceptada por los aborígenes, era más bien transitoria y tenía vigencia mientras se saciaban sus apetitos con regalos y alimentos. Las buenas relaciones tuvieron un efecto saludable ya que abrieron el camino para el establecimiento de varias reducciones. En esto ejerció un papel importante el gobernador Echagüe y Andía. A su fallecimiento lo sucedió Francisco Antonio de Vera y Mujica quien logró convenir con el cacique Aliquín, de los mocovíes, la fundación en 1743, de una reducción que se llamó San Javier.

En años posteriores se establecieron otras reducciones, entre ellas San Gerónimo del Rey, con lo cual se aminoraron las actitudes y tendencias hostiles de los aborígenes que poco a poco se fueron adaptando, con reservas, a la civilización.

Este avance decisivo y positivo frente al indígena es obra de los esfuerzos de la población santafesina que dio vida y-mantuvo las reducciones guiada por quien fue el paladín de esta conquista: Vera y Mujica.

Con toda esta situación, al parecer normalizada, continuaron las luchas entre mocovíes y abipones, reacios a abandonar sus costumbres agrestes, aun aquellos que vivían en las reducciones.

CABE UNA ACLARACION SOBRE EL TERMINO "REDUCCION". QUE GENERALMENTE SE INTERPRETA COMO SOMETIMIENTO FORZOSO. REFERIDO A LAS RELACIONES ENTRE LOS MISIONEROS Y LOS INDIGENAS. PARA ESTE CASO. ES PREFERIBLE LA ACEPCION DE "VOLVER UNA COSA AL ESTADO ANTERIOR". SEGUN LAS LEYES DE INDIAS. ENCONTRAMOS: "AD ECCLESIAM ET VITAM CIVILEM ESSENT REDUCTI". ES DECIR. CONSIDERANDOLOS HIJOS DE DIOS. VOLVERLOS Y LLEVARLOS A LA IGLESIA Y A LA VIDA CIVILIZADA. POR ESO SE ACEPTA LA DEFINICION DE REDUCCION COMO "MISIONES" O TAMBIEN "PUEBLOS DE INDIGENAS CRISTIANOS.

 

Extraído del libro "LA COLONIA NACIONAL PTE.AVELLANEDA Y SU TIEMPO" lra. Parte, del Doctor Manuel I. Cracogna

 

 

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