LA LLEGADA DE LOS INMIGRANTES

 

 

 

LA LLEGADA DE LOS INMIGRANTES


Del libro "Bajo el Signo de la Fe" del Profesor Víctor J. Braidot



LA LLEGADA DE LOS INMIGRANTES

Leemos en el libro "Avellaneda en el tiempo" que ante la necesidad de aprovechar las grandes extensiones de tierra de nuestro país, el presidente argentino Dr. Nicolás Avellaneda elevó al Congreso un proyecto de ley que daba pautas sobre a inmigración y la colonización. 
El mismo fue aprobado, sancionándose la Ley N" 817, el 6 de octubre de 1876, promulgada trece días más tarde, el 19 de octubre.
Inmediatamente comenzó su difusión en todos los países, fundamentalmente en los europeos y allí, haciendo mayor hincapié, en Italia y Austria. En esas dos naciones se nombraron agentes de inmigración quienes debían hacer conocer las ventajas que ofrecía el gobiemo argentino a todas las familias que quisieran radicarse en este territorio para colonizarlo.
Fueron muchos los que respondieron a este llamado, la mayoría de ellos friulanos y algunos trentinos, embarcándose por grupos en el puerto de Génova con pocas ropas y algunos elementos para el viaje. El primero de ellos partió el lº de noviembre de 1878 en el vapor llamado "Pampa". El viaje demoró más de lo previsto debido a las malas condiciones del tiempo reinante durante el trayecto pero finalmente llegaron al puerto de Buenos Aires el 28 de diciembre de 1878.
Apenas desembarcadas, las familias fueron alojadas en el Hotel de Inmigrantes hasta determinarse su destino definitivo. Ya definido y con el miedo ganado en sus coraciones al saber que serían trasladadas al Territorio Nacional del Chaco donde existía la amenaza de los indígenas, fueron ubicadas en un vaporcito que en aquel tiempo hacía el trayecto desde Buenos Aires hasta Paraguay, por el Río Paraná, cuyo nombre era, precisamente, "Río Paraná".
Todo el grupo fue desembarcado en el puerto de Goya , provincia de Corrientes, donde estaba esperando un sacerdote con hábito ceniciento, desgastado ya por el uso: Fray Bemado Trippini.
El Misionero fue Cura Conversor y Capellán del Ejército desde 1873 hasta 1879, con asiento en Reconquista, donde se encontraban las fuerzas del Coronel Manuel Obligado quien había establecido allí la comandancia de la línea de fortines que iba desde el Río Paraná hacia el Oeste para detener el avance de los indígenas hacia el territorio santafesino.
Fray Bemardo animó a este grupo de familias italianas temerosas por aquella sentencia que habían oído a su llegada a Buenos Aires: "Chi dentra non sorte piú" (quien entra no sale jamás). Les recomendó ser buenos y trabajar la tierra con esperanza, mantener firme la fe cristiana, confiar en el gobiemo argentino y en sus propias fuerzas asegurándoles que así conseguirían su bienestar.
Desde el puerto de Goya los inmigrantes fueron llevados en una balsa remolcada por un vapor pequeño hasta el puerto de Reconquista donde, con muchas incomodidades, tuvieron que pasar la noche. Al segundo día de espera arribaron las grandes carretas con las cuales, chapaleando agua y barro debido a la gran inundación que cubría toda la zona, fueron trasladados hasta el pueblo.
Fueron alojados en una vieja casa donde improvisaron colchones con paja cortada en las inmediaciones y recibieron los alimentos necesarios para todos. Allí quedaron unos días hasta que se acondicionaba el lugar asignado para ellos en la margen izquierda del Arroyo El Rey, en lo que era el Territorio Nacional del Chaco. Finalizados los trabajos, todas las familias cruzaron entonces el curso de agua y tomaron posesión de sus nuevas tierras el 18 de enero de 1879.
El lugar que se les había preparado para que pasaran provisoriamente un tiempo, estaba ubicado hacia el Este del actual radio urbano, bien protegidos contra los indígenas, donde debieron aguardar a que se terminara la mensura de los terrenos que cada familia iba a recibir. Terminada la misma y ubicados los colonos en sus respectivas propiedades comenzó la construcción de sus ranchos con paja y madera, fundamentalmente, que eran los materiales que abundaban en la zona.
A estas primeras veintiuna familias arribadas el 18 de enero de 1879 se les fueron agregando otras arribadas en distintas tandas, según consta en el Censo General realizado el 1 de marzo de 1881, firmado por don Nemesio Ramos: el 3 de febrero, el 22 de febrero, el 8 de abril, el 15 de abril y el 28 de abril. En dicho documento se agregan también dos familias que figuran como entradas el 8 de marzo de 1877 y tres el 26 de abril de 1880.
Se sumaron también a este grupo ya radicado en lo que seña luego Avellaneda, los inmigrantes de origen friulano llegados hacia fines de 1877 para conformar un asentamiento poblacional que recibió el nombre de Estrella de Italia, en el lugar donde hoy se ubica La Potasa, distrito Reconquista, para trabajar en la primera fábrica argentina de potasa. Fracasado el proyecto, los friulanos quedaron abandonados a su suene en 1878 por la firma contratista, hasta que un día, enterados de la presencia de sus connacionales en la margen izquierda del Arroyo El Rey, pidieron para ser trasladados junto a ellos. Según el mismo censo al que hiciera mención más arriba, veintiséis familias se agregaron el 22 de febrero, seis el 8 de abril, cuatro el 15 de abril y cinco el 26 de abril de 1880. 
 


BAJO EL SIGNO DE LA FE


Los primeros pobladores de Avellaneda eran poseedores de una profunda fe cristiana que los ayudó a sobrellevar con fe y esperanza todos los inconvenientes que se les pre sentaron en esta nueva tierra. Diariamente rezaban el Santo Rosario, dando a sus hijos un claro ejemplo de amor a Dios y a la Santísima Virgen María, bajo la advocación de la Beata Vergine delle Grazie.
Cabe agregar, antes de continuar con la historia, que la veneración hacia Nuestra Señora de las Mercedes estaba impuesta en la gente ya desde la época en que actuaron los sacerdotes mercedarios. Por eso cuando llegaron los primeros inmigrantes, adoptaron, poco tiempo después, la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes cuyo significado, por sinonimia, es el mismo que el de Nuestra Señora de las Gracias (Madonna delle Grazie).
Periódicamente eran atendidos por los sacerdotes que se encontraban en Reconquista En sus primeros días por Fray Bemardo Trippini, reemplazado el l0 de mayo de 1879 por Fray Antonio Rossi, Cura Conversor hasta el 4 de enero de 1891.
En el año 1881, animados por el Comisario don Femando Pearson, cuya esposa había regalado un altar traído desde Buenos Aires con todo lo necesario para la celebración de la Santa Misa, comenzaron a construir una capilla con palos, paredes de barro, techo de paja y cielorraso de lienzo, de doce metros de largo por seis de ancho y dos habitaciones para que fueran ocupadas por el Capellán, en caso de conseguir que mandaran alguno.
Una vez finalizada la Capilla, levantada con tanto esmero en un terreno reservado por el Gobiemo, se inauguró a fines del año 1882 con una Misa celebrada por el P. Antonio Rossi, siendo luego atendida, como dije antes, por los misioneros franciscanos del Convento de San Carlos, de San Lorenzo, que de vez en cuando visitaban la colonia. 
Todas las ceremonias que se cumplían en la capillita se hacían con mucha solemnidad y eran seguidas con gran devoción por parte de todas las familias que en gran número se acercaban a ella. Hasta conta-ban con un coro integrado, entre otros, por los hermanos Lorenzo y Pedro Marchetti, Juan Pividori, Pedro, Raimundo y Virgilio Moschén, José y Carlos Magnago, Capelletti.
Todos los domingos se enseñaba el catecismo a los niños, se rezaba el Santo Rosario y se cantaban las Letanías.
El primer Capellán que se estableció en este lugar fue Fray Celso Ghío, franciscano, quien estuvo, antes de trasladarse a Avellaneda, un mes al frente de la Parroquia de Reconquista, es decir, desde el 1 de enero de 1891 hasta el 1 de febrero de ese mismo año. Como las habitaciones construidas junto a la capilla estaban deterioradas, para que residiera Fray Celso Ghío, se alquiló una modesta casita cercana.
Su actividad pastoral fue intensísima, atendiendo a todos quienes se acercaban a él fundamentalmente a buscar fuerzas para seguir venciendo a las adversidades. Con su guía y asesoramiento nació la Sociedad Católica de Socorros Mutuos, bajo la protección de San José, en una reunión realizada el 29 de noviembre de 1891, en la cual se aprobaron los estatutos y se resolvió iniciar las actividades en forma efectiva el 1 de enero de 1892, con sesenta y seis socios inscriptos. El 6 de enero de 1892 se realizó la primera asamblea de asociados durante la cual se conformó el primer consejo directivo que fue presidido por don Jorge Cracogna.
 





CAPILLA PRIMITIVA DE AVELLANEDA