LEONARDO CASTELLANI

 

 

LEONARDO CASTELLANI

 

 

Lo que sigue fue extraído de "Un siglo de Literatura Santafesina" de Eugenio Castelli


La obra de Jerónimo del Rey (seudónimo del R.P. Leonardo Castellani, sacerdote salesiano nacido en Reconquista en 1899, y fallecido en 1980) se ubica dentro de la línea costumbrista, aunque con algunos matices muy personales. El Padre Castellani encaró la creación literaria como vehículo tanto de elevación espiritual como de testimonio de su realidad regional.

Como dice Víctor Eduardo Ordóñez, en el prólogo al volumen Historias del Norte Bravo: "es el argentino vuelto hacia las cosas y hacia la permanencia de las cosas, es el hombre que centra toda revolución posible en la sana restauración de lo que fue, es el hombre que asume la vuelta al pasado bajo la forma de un gesto de vida... "

Castellani ha dejado una variada obra, en la que se alternan los temas teológicos, desarrollados con un estilo simple y coloquial, pero con hondura metafísica; ensayó el género policial en Las muertes del Padre Metri (1942), donde nos recuerda la técnica de Chesterton, en sus relatos del padre Brown, pero enriquecido por la profunda compenetración de su personaje con la peculiar psicología del hombre del norte santafesino -de manera análoga a como lo hiciera Velmiro Ayala Gauna respecto del hombre correntino-. Pero sus obras esenciales dentro de la línea costumbrista -recogiendo historias aprendidas durante su experiencia sacerdotal, y otras ficciones trazadas en base a estampas de la región del Chaco santafesino- en las que pone de relieve, sobre todo, el vigor y el temperamento del hombre profundamente consustanciado con la tierra, son Historias del Norte Bravo (1935) y camperas (1932), la mencionada en primer lugar integrada por relatos vinculados con personajes y situaciones de su espacio natal, y la otra con estructura de fábulas, donde bichos y hombres encarnan simbólicamente situaciones propias de la zona campesina.

Un fragmento de "Los muertos", relato perteneciente a las Historias del Norte Bravo, nos permite apreciar su magnífica descripción de una habitante de la región, inserta en su ámbito y, estilísticamente, reflejando un lenguaje esencialmente coloquial:

 

"Una vez una pobre india subía cansada a la cuesta de la serranía. Portaba ojotas y un viejo batán negro, y cuatro o cinco sayas y enaguas encimadas contra el frío. Su casa quedaba lejos, allá arriba, más arriba la última casa del último carbonero, por donde la roca cabra no tiene más pinos, y cerca donde el glaciar derrite en vano su vidrio horrendo. ¡El pico de las ánimas! La vieja sabia muy bien que allá arriba en el glaciar de acero penaban los espíritus, y que por eso se veían resbalar sus sombras pálidas sobre el campo hielo las noches con luna. La abuela se lo había contado, y su padre cuántas veces lo habrá visto. La pobre vieja no tenía más a nadie en el mundo, y era más vieja que el hambre, nacida allá por los tiempos de Ñaupa. Pateándola ligero hasta arriba cada día se calentaba, y allá encendía una gran hojarasca y se ponía a hilar vicuña. De eso vivía hace años, y de resignación y humildad. Qué lejos, qué lejos quedaban los días de su niñez, y cuando supo haber un rayo de sol en su cuarto, que casi siempre fue en alegrarse del contento de otros, rejuntar huesos de la mesa í banquete ajeno. Y aquel domingo era muy por demás tristón, como todos los domingos... "

 

LITERATURA