LA DAMA Y EL MISTERIO
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La dama se miró al espejo.
El día saturado de situaciones difíciles, luchando por la evolución de una sociedad que no quiere caminar.
Sonrió suavemente, alimentando una esperanza.
Sus grises ojos escondían la súplica. Deseaba que las almas fueran felices, pero era conciente que muchas se perdían en la oscuridad.
Por muchos años ella trataba de guiar a los humanos con su rayo de luz, pero los ojos vedados son incapaces de reconocer el camino de la verdad.
Lentamente se desprendió el vestido con sumo cuidado, para no lastimar sus cansadas alas, bañadas de perlas.
Lucían resplandecientes al igual que su alma destilando la paz, con un enorme cosmos que ardía hasta el límite.
De repente un gran resplandor brilló sobre su frente como cascada de luz de luna,
algo que no podían ver las almas oscuras.
Su mano derecha sostenía una flor de loto, anunciando el verdadero valor de alcanzar las victorias en medio de la tempestad. Emergiendo del lodo cenagoso, a donde solo pueden llegar los valientes con fe.
Muchos la llamaban el ángel, mas ella guardaba silencio, manteniendo una actitud contemplativa y discreta.
En muchas ocasiones extendía su mano contra el mal y lo reprendía.
Muchos humanos se enamoraban de ella, bajo unas pasiones escandalosas y extrañas,
las cuales no podía ni quería corresponder.
Razón por la cual se aislaba de las propuestas obscenas de los humanos depravados y sin conciencia reflexiva. Los humanos ahora vivían como en los tiempos de Sodoma y Gomorra. Ella sabía que ese camino era el de la muerte inevitable, espiritual y física, la tierra se había enfermado, no podía evitar que sus lágrimas cayeran, ya que era la dama muy compasiva.
Tenía los ojos abiertos, llenos de una santidad y pureza inimaginable y la claridad de su misión, desde que Dios la envió al planeta.
Conciente de que la pelea era dura y difícil, se acomodó en el lecho, elevó una plegaria para descansar.
Sabía que era querida y respetada.
Su misión de proteger a las almas buenas era una lucha constante de la que no pensaba desistir.
Casi a punto de dormir, una gran energía inundo su estancia y se incorporó con sobresalto. ¿Quién es? Preguntó con gran asombro.
El ángel resplandeciente de hermoso porte la contemplaba, sus alas eran doradas, sostenía en su mano una espada afilada e intimidante de oro puro.
Sus ojos eran como espejos de cristal ante los que no se oculta nada.
Un frío profundo recorrió el cuerpo de la dama, bajó la mirada, sintió sobresalto en su corazón.
En su interior lo sabía todo, pero deseaba no escucharlo.
Con voz fuerte y poderosa el ángel exclamó.
Tu misión ha terminado, soy Azrael el ángel de la muerte.
Has hecho bien tu labor.
Pero los humanos no quieren evolucionar, se me ha dado está espada para terminar con el mal.
La dama empezó a suplicar, talvez otra oportunidad, aun hay personas buenas que rescatar, estoy segura que aun puedo hacer algo mas.
La dama hizo una oración en silencio…
Azrael la miró sin inmutarse, tenía su mirada la frialdad de quien no siente ni dolor, ni odio, ni amor, mucho menos compasión.
Los azules ojos del enorme ángel se tornaron como llamas de fuego profundas que no tenían fondo, ahora la dama entendía porque se llamaba el ángel de la muerte.
¡No por favor dame otra oportunidad!
Han tenido millones de años de oportunidad.
¿Crees que la merecen? Preguntó Azrael.
No lo se, pero …este planeta es tan hermoso, que vale la pena rescatarlo.
Mira Azrael, la belleza de los mares, los ríos, las plantas, los animales, los niños que juegan inocentes en la pradera, la madre que esta a punto de dar nueva vida a este mundo, el hombre que en su enfermedad ha pedido perdón a sus semejantes.
Azrael, Azrael, ¡mira la belleza de ese pequeño grupo que ora por la paz del mundo, de esas personas que dan gracias por ese pedazo de pan para el desayuno.
Mira esos niños huérfanos que aun tienen esperanzas de que Dios los ayude y alguien los adopte.
Mira esa leoncilla que acaba de tener sus cachorros y ya busca el alimento para protegerlos.
Azrael, mira esta flor que acaba de brotar, donde hallarás tanta belleza de múltiples colores que impacten tus ojos.
Mira esa mujer agonizante, que con valentía ha luchado contra el cáncer y da gracias a Dios despidiéndose de sus hijos, sin reprochar nada.
Contempla la esplendidez de un bello amanecer, la frescura de la lluvia que golpea los tejados y hace brotar las cosechas, ante la cual los humanos danzan y hacen una fiesta.
Déjate atrapar por la exuberante vista que te brinda el arco iris en toda la plenitud de un pacto divino.
Mira la luz de esa velita en la humilde cabaña que celebra el primer cumpleaños de una niñita, aunque no tienen dinero están contentos y hasta los ángeles se asomaron desde el cielo para unirse a la celebración.
El ángel bajó la espada, respiró profundamente, casi conmovido agregó:
Tienes un espacio de tiempo, después de eso volveré a pedirte cuentas.
Espero logres lo que sueñas dijo Azrael.
Por cierto no he preguntado tu nombre.
La dama lo miró fijamente, la belleza de su rostro cubierto de misterio, se iluminó como la luz del mismo sol.
Por primera vez, el ángel de la muerte sintió que aquella luz segaba sus azules ojos.
Sus miradas se cruzaron, el silencio se rompió cuando ella dijo:
Azrael, yo soy la dama de la sabiduría….
Alondra.