¿Quién quiere ser fashion?

16.12.2013 00:13

AL MARGEN DE LA CRÓNICA

¿Quién quiere ser fashion?

 

 

DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE https://www.ellitoral.com/

 

Sábado por la mañana. Fui al centro con la idea de comprarme un jean para uso diario. Nada complicado: un jean recto, color azul. Entré al primer negocio y me atendió una joven vendedora:

 

“¿Qué buscabas negri?”. El “negri” ya me predispuso mal, pero respiré hondo y le detallé lo que quería: “Un jean recto, talle 38, color azul”.

 

La vendedora desapareció unos instantes y volvió con una pila de pantalones que la tapaban por completo. Empezó a desplegar sobre la mesa y a explicarme los detalles de cada modelo: “Éste tiene dos bolsillitos con un bordado re lindo, se re usa”; “Este otro parece más ajustado, pero en realidad cuando te lo ponés calza re bien”; “Este de acá...”.

 

La interrumpí: —Disculpame, pero te pedí recto y veo que son todos chupines.

 

—Ah... ¿sí? -preguntó, haciéndose la sorprendida-. Pero mirá que no son tan, tan, tan chupín.

 

—Esto es chupín, afirmé.

 

—No, mirá que el chupín te queda tipo calza; éstos no son tan ajustados. ¿No querés probarlos?

 

—No. ¿Tenés un jean recto, sí o no?, le pregunté a secas y con cara de pocos amigos.

 

—Eh... eh... dejame ver... puede ser que me quede algo. ¿Qué talle tenías?

 

—“38”, le contesté ya fastidiada.

 

Desapareció nuevamente y regresó con un jean negro y otro gris, mientras se excusaba: “Estos tonos se re usan, los podés combinar con un montón de colores. Además el negro te hace más flaca...”. No pudo terminar de enunciarme las cualidades de los “modelitos”, que yo ya estaba cruzando la puerta del local.

 

La experiencia no fue muy diferente en otros locales. “Flaqui, negri, gordi”, se repitieron una y otra vez en bocas siliconadas, y ante mi sencillo pedido: “Un jean recto, talle 38, color azul”, me encontré con las más variadas respuestas, pero ninguna solución: “Probá éste que es dos numeritos más chico, pero después se estira”; “¿No lo querés en fucsia? Mirá que está de última moda”; “Éste no es 38, pero por ahí te va”; “¿Recto?, ¡eso ya fue!, ahora viene todo chupín”.

 

Después de dos horas y media de frustrada recorrida, terminé asumiendo mi derrota y comprendiendo que muchas veces lo más sencillo puede ser muy complicado. Además de malhumorada -¡y sin el jean, por supuesto!-, volví a casa con la firme convicción de que tengo dos nuevos enemigos, que se empeñan en hacerme la vida imposible: ¡la moda y las vendedoras de ropa!