LA MÚSICA PROFANA

 

 

 

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La música profana

 

Nace con posterioridad al gregoriano, aún cuando éste se encuentra en plena vigencia. El desarrollo de la música profana en la Baja Edad Media está ligado a una serie de fenómenos y procesos de carácter social, económico y cultural, que se verán plasmados de una forma definitiva durante el Renacimiento. En efecto, la concentración de población en las ciudades, que marca el cambio de las actividades agrícolas a las artesanas, la expansión de la economía monetaria y comercial, y el desarollo paso a primer plano de las lenguas romances procedentes del latín, terminan por favorecer una música, hasta ahora incipiente, por no tratar temas ligados a lo divino.

 

Dios es el centro, por lo que cuando estas nuevas gentes demandan un producto musical ha de echarse mano de la producción religiosa ya existente.

 

Eso ocurre con secuencias y tropos que apenas tendrán importancia con el fenómeno del trovador o juglar. Este personaje, errante de corte en corte, tiene su mayor importancia en Alemania, donde recibe el nombre de Minnesänger, y en Francia, donde en función del dialecto en uso recibirá un nombre u otro. Así, el trovero canta en dialecto de Oil y el trovador en dialecto de Oc.

 

En cuanto a la temática, la de esta nueva música itinerante se refiere a todo aquello que no tiene nada que ver con Dios o la religión, sino con temas mundanos como el amor, la guerra, la alegría, etc., en definitiva, con todas aquellas experiencias vitales propias del hombre.

 

Un nuevo rasgo diferenciador que indica las inquietudes de los nuevos consumidores de esta música es el uso de instrumentos, habitualmente de cuerda (el laúd), para acompañarse.