CHAIKOVSKY

 

 

 

TCHAIKÓVSKI, Piotr Ilich (1840-93).

 



Compositor ruso, n. en Votkinsk. Comenzó su tardía formación musical en San Petersburgo, donde estudió composición con Anton Rubinstein. Fue luego profesor de armonía en el Conservatorio de Moscú durante once años. Su boda en 1877 y su ruptura conyugal a las pocas semanas, así como la pensión que le pasara durante años una admiradora suya, apellidada Von Meck, son las anécdotas más notables de su vida. En sus seis sinfonías, los ballets El lago de los cisnes, La bella durmiente y Cascanueces, sus óperas Eugenio Onegin y Mazeppa, lo mismo que sus conciertos para piano y violín, muestra su despego por la música nacionalista del grupo de «Los Cinco» y el cosmopolitismo romántico de su estilo.

 

TCHAIKOSVSKY - CONFESIONES MUSICALES DE UN ALMA

No es extraño que un cineasta tan fascinado por las personalidades tortuosas, de la realidad o la ficción, como el británico Ken Russell (director de Estados alterados, Crímenes de pasión, Los demonios y El mesías salvaje ) se haya interesado en la figura de Piotr Ilich Tchaikovsky -como después se interesó en Gustav Mahler, Franz Liszt y Rodolfo Valentino- y lo haya hecho el centro de su film The Music Lovers, 1971, conocida en el mundo de habla hispana con el absurdo título de La otra cara del amor. Hombre hipersensible, de enfermiza timidez, acuciado por sentimientos de culpa y manías de persecución, y muy probablemente aquejado de serios disturbios sexuales, Tchaikovsky fue esencialmente un solitario, que vivió siempre con su hermana o en alguna de las propiedades de Nadezhda von Meck, la mecenas que lo mantuvo generosamente pero ala que nunca conoció, incluso los escasos intentos de acercamiento al sexo opuesto terminaron en estrepitosos fracasos. Si su vida privada fue un misterio, no lo fue menos su muerte. Ken Russell no podía perderse semejante plato.

Tchaikovsky nunca admitió la música como "un juego de sonidos sin propósito", sus obras son, como él mismo las definió, "la confesión musical del alma". La preocupación por la verdad, la simplicidad y la sinceridad de la expresión están ligadas al tema fundamental de su música, que es la lucha -y el fracaso- del hombre por dominar su destino, y que puede verse de manera clarísima en el poema sinfónico Fatum, en las tres últimas sinfonías y en varios personajes de sus óperas, como Lenski, Herman o la misma Juana de Arco.Por eso importa en especial conocer las circunstancias de su vida.

Piotr Ilich era hijo de Iliá Tchaikovsky, ingeniero en minas que se había casado con Alexandra d'Assier, descendiente de una familia francesa emigrada a Rusia después de la promulgación del Edicto de Nantes. Nació el 7 de mayo de 1840 en Votkinsk, provincia de Viatka y, en su niñez, una representación de Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart fue la revelación y el deslumbramiento que lo marcaron,  de una vez y para siempre, como   músico. Pero el camino no iba a ser corto. A los catorce años pierde a su madre y desde entonces, por orden paterna, estudia Derecho. La música en general,y en especial proyectos sin concretar, como ponerle música al Boris Godunou de Puschkin, no son más que sueños.

En 1862, Tchaikovsky obtiene el nombramiento para acceder a un puesto de secretario en el Ministerio de Justicia, y al ver asegurada mínimamente su subsistencia, decide estudiar música con toda seriedad. Se inscribe en los cursos de piano flauta y órgano del nuevo Conservatorio de San Petersburgo, y tan solo cuatro años después Nikolai Rubinstein le ofrece la cátedra de armonía en el Conservatorio de Moscú, que el dirige. Durante once años, hasta 1877, Tchaikovsky desempeñará ese cargo, y entre sus alumnos se contará el ilusre Nikolai Rimsky-Korsakov.

De fines de la década de 1860 datan las primeras composiciones de Tchaikovsky: tres sinfonías, el Concierto N° 1 para piano y orquesta, los intentos en el campo de la ópera, y la obertura-fantasía Romeo y Julieta, que fue su primer gran éxito. Si bien se nutrían de temas populares rusos, esas obras denotaban la manera occidental en que Tchaikovsky, sin traicionarlos, los trabajaba. Una manera derivada de su admiración por compositores como Mozart, Beethoven, Carl Maña von Weber, Roben Schumann y Jacobo Meyerbeer. El mismo rechazaba las acusaciones de occidentalismo y reivindicaba su sensibilidad auténtica eslava: 'Yo soy ruso, ruso hasta la médula de los huesos", escribía a su hermano, Modesto.

En buena medida debido a esa innegable influencia occidental -a la que se fue sumando con los años su acercamiento a Jules Massenet, a Camille Saint-Saéns, y a dos compositores que lo deslumbraron, Georges Bizet con su Carmen y Wagner con El anillo del Nibelungo-, Tchaikovsky fue considerado siempre como el archienemigo del nacionalista Grupo de los Cinco. Y si es cierto que estaba en desacuerdo con los principios autodidactas y empiristas del Grupo, la actitud de Tchaikovsky no fue nunca francamente hostil, salvo en el caso de Modesto Mussorgski, con quien se despreciaban mutuamente.

El año de 1876 sería decisivo en su vida: fue entonces cuando Anton Rubinstein lo puso en contacto con la riquísima Nadiezhda von Meck, misteriosa dama a la que Tchaikovsky no conoció jamás pero que durante catorce años lo mantuvo generosamente, con una renta anua de 6.000 rublos que le permitió dejar la docencia y dedicarse por entero a componer. Mme. von Meck, con quien Tchaikovsky se carteó asiduamente, fue una de las tres únicas mujeres en la vida del compositor. Las otras dos fueron la cantante Désirée Anot, con quien tuvo una brevísima relación, y la joven alumna con la que se casó en 1877: el matrimonio, que se deshizo a las pocas semanas, fue una experiencia tan traumática para Tchaikovsky que casi tuvo que ser internado . En contraposición quizás, en consecuencia- todo ese período fue, musicalmente hablando, el de mayor fecundidad y calidad creativa.

En 1886, debutó como director de orquesta, y dos años más tarde partió en una extensa gira que lo trajo a este lado del océano, y especialmente a los Estados Unidos, donde sus obras tuvieron gran impacto y aceptación. Tanto, que el 5 de mayo de 1891, Tchaikovsky tuvo a su cargo la inauguración de la que sería una de las salas de conciertos más importantes del mundo: el Carnegie Hall de Nueva York.

Es el tiempo de honores: el zar le otorga una pensión de 3.000 rublos anuales y la Universidad de Cambridge le concede el título de Doctor Honoris Causa, en junio de 1893, junto a otros tres músicos: Edvard Grieg, Camille Saint-Saéns y Max Bruch. Pero ese mismo año, el 28 de octubre para el calendario ruso, el 6 de noviembre para el occidental, al día siguiente del estreno de su Sinfonía N° 6 "Patética", testamento espiritual y musical, Tchaikovsky muere en Moscú a los 53 años. Durante mucho tiempo se tuvo por cierta la versión oficial del fallecimiento por cólera, pero investigaciones posteriores revelaron que muy probablemente fue condenado al suicidio por un tribunal de honor, como resultado de un juicio por "costumbres" que atentaban contra la moral de la época.

Sea como fuere, Piotr Ilich dejó una obra que, ya muy celebrada en su propia época, se convertiría en una de las más populares dentro de la música "clásica". Accesible, "dramática" en el mejor sentido de la palabra, siempre expresiva y seductora, esa obra ha sido especialmente apreciada en su vertiente sinfónica, es decir las seis sinfonías, las siete oberturas y demás obras para gran orquesta; las piezas para piano y orquesta, violín y orquesta y violoncelo y orquesta; la música de escena y las obras religiosas, así como los tres celebérrimos ballets (El lago de los cisnes; Cascanueces y la bella durmiente del bosque ).

Pero hay otras dos vertientes importantísimas en su obra. Una es la música de cámara, con tres cuartetos y un sexteto para cuerdas, tres piezas para violín y piano, varias colecciones de pequeñas obras para piano solo y, sobre todo, un maravilloso trío Opus 50 para piano y cuerdas. Y la otra -la que él mismo consideraba la más trascendente- es la del Tchaikovsky operista. Apoyado en las concepciones más modernas de la ópera europea, el compositor eliminó prácticamente las arias como panes separadas del devenir dramático, dio una importancia fundamental a la orquesta y amalgamó, con sabiduría, los diferentes elementos que utilizó. Consiguió así, al lado de algunas partituras valiosas como lolantba, Mazeppa y Juana de Arco, dos obras maestras absolutas, que integran con honor el mejor repertorio operístico de la historia : Eugenio Oneguin y la dama de pique.

 

Autor: GERARDO FERNANDEZ

 

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