LA VIOLENCIA EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS
LA VIOLENCIA EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS:
ESCUELAS Y SERVICIOS EDUCATIVOS
Elisa Serra Rull
Psicóloga. Equipo de Asesoramiento
Psicopedagógico del Departament
d'Ensenyament (EAP.) Tarragona.
l.- La violencia en la escuela actualmente, ¿síntoma de qué?
La experiencia que les intentaré transmitir comienza en el año
1988, durante las primeras jornadas en Tarragona de Psicoanálisis y
Educación. En ellas presenté el trabajo "¿Qué espera la escuela del
niño?” La conclusión de mi trabajo era: "El niño, cuando entra en la
escuela, pasa a ser un alumno para escuchar mucho y hablar poco, para
dar respuestas más que para hacer preguntas. Si encontramos niños que
no aprenden a leer o a escribir, que dan patadas, que decirnos que no
hablan o que, si hablan, lo hacen mal: ¿no será quizá que nos están
gritando que no les robemos el ser NIÑOS, que quieren ser
escuchados?".
Como sabéis, casi siempre expresarnos algo de lo que nos
concierne, corno sujetos en falta, del orden del deseo.
Mi inquietud ha sido siempre intentar relacionar el aspecto social,
el trabajo en los grupos o en diferentes instituciones, con la aportación
que Freud inició hace ya más de un siglo, y sus a1umnos han trabajado
posteriormente.
Han pasado quince años desde aquellas primeras jamadas de
Psicoanálisis y Educación en Tarragona, pero el objetivo histórico de la
escuela continúa siendo el mismo: transmitir las normas y los
conocimientos predominantes en la cultura del momento, para
convertir a los alumnos en ciudadanos y ciudadanas adecuados.
En el trabajo antes citado, jugué con el significado de la palabra
Francesa voler : robar (en catalán, voler significa querer). Muchas veces la
escuela roba a los niños la curiosidad de saber y su deseo de ir más allá
de lo que los programas y currículums plantean. Los niños que no
obedecen las normas y no asimila los conocimientos propuestos en los
tiempos organizados son, todavía, muchas veces aislados, castigados o
culpabilizados, tanto ellos como su entorno familiar.
La violencia en la escuela, en los diferentes niveles -alumnos,
maestros, familias- y en las diversas relaciones que se establecen, no es
más que un reflejo de la cu1tura del siglo XXI. Hay una serie de rasgos .
que caracterizan este reflejo en el ámbito educativo:
. El avance del discurso llamado científico, que niega la particularidad
de cada sujeto, provoca muchas veces una intervención violenta en las
escuelas.
. El predominio del uso de la tecnología para enseñar borra en
muchos casos los efectos de la relación maestro-alumno, necesaria para
que el proceso de enseñanza-aprendizaje dé un resultado positivo.
. La desvalorización del lenguaje oral como uno medio para
transmitir conocimiento. No hay confianza en el valor de la palabra
dicha.
. El grado de implicación y responsabilidad en los resultados del
aprendizaje baja o se diluye cuando se proponen excesivos
intermediarios para enseñar.
. Dificultades para delimitar las funciones de las personas de los
diferentes estamentos de la escuela y de los profesionales de los
servicios que le han de dar soporte (de la red educativa, social,
sanitaria).
. La función del tutor o tutora del grupo clase no está explicitada. La
mayor parte de los enseñantes no la viven como una vertiente más de
su trabajo como docentes.
. Nos cuesta pactar unos objetivos claros y posibles para los a1umnos,
decir y definir qué intención educativa tenemos para el niño o la niña
con dificultades.
Todo esto hace que nos planteemos esta pregunta: ¿ podría ser que
el efecto de la violencia en la escuela nos hablase de uno de los tres
oficios imposibles según el psicoanálisis, que, como sabernos, son curar,
gobernar y enseñar ?
Si éste fuera el caso, las personas que no estén suficientemente
preparadas no se encuentran en condiciones de soportar este oficio
imposible dentro de la institución educativa. El sufrimiento y la angustia
que les produce esta situación puede provocar intervenciones violentas
hacia los sujetos más débiles (con menos poder dentro de la
institución), sobre todo alumnos y familias con menos recursos
culturales y económicos, y también síntomas de todo tipo en los
enseñantes y profesionales de los servicios educativos, principalmente
bajo la forma de enfermedad física: formación de nódulos en las
cuerdas vocales, afonías, dolores cervicales, contracturas musculares de
diversas tipologías y, porqué no, también los diagnósticos más en alza:
el estrés y la depresión.
Podemos comprobar (son datos que incluso han aparecido en la
prensa) que el colectivo de los profesionales de las instituciones
educativas es uno de los que más bajas laborales padece.
2.- La escuela como institución: diferentes tipos. ¿La escuela crea
la violencia o la trabaja?
No se puede decir que todas las escuelas tengan los mismos
mecanismos para abordar las dificultades, sean éstas del tipo que sean,
ni evidentemente las mismas respuestas educativas a la violencia y a sus
manifestaciones.
La escuela es, después de la familia, la primera de la serie de
instituciones donde las personas están en la cultura o, dicho de otro
modo, en grupo.
Algunas personas identificarnos la institución con el "grupo de
personas" que forman parte de ella. También se puede definir haciendo
referencia a los aspectos normativos y formales más o menos
interiorizados por los sujetos, o al juego de fuerzas que forman el poder
y la manera corno se encarna en la gestión. Podemos decir también que
es conflictiva por naturaleza, que tiene tendencia a cerrarse en ella
misma y que le cuesta aceptar cualquier cambio.
Aportaré la descripción de dos imágenes para explicar dos tipos
de funcionamiento por parte de la escuela en lo que respecta a la
violencia que genera el imposible oficio de enseñar.
Imagen 1.- Las nueve de la mañana, el timbre, puerta principal
es la hora de entrar en la escuela. Entro con los alumnos y sus
profesores. En la puerta mismo, una profesora me detiene para decirme
lo mal que le va con el niño X, a pesar de todo lo que ella hace. Se me
acerca otro profesor y me dice- "¿Cuándo podré hablar contigo un
momento?”. Yo intento llegar al 1ugar (en esta escuela, EAP, existe)
donde trabajo semanalmente. Mientras tanto, el jefe de estudios del
centro también quiere que hoy nos reunamos para hablar sobre "¿qué
haremos con los alumnos de 3° A que no podemos con ellos?"
Finalmente llego. Abro la puerta, entro y cierro. Por unos
momentos, respiro. Parece que haya hecho una carrera de resistencia a
primera hora de la mañana. Consulto la agenda y miro lo que había
planificado para ese día.
Imagen 2.- Lo mismo: las nueve, el timbre. Las hileras y los
“profes". Entro y casi cuesta decir "buenos días". Los profesores evitan
la mirada, me facilitan el paso. Las puertas están cerradas, especialmente
la del director del centro. He de buscar un lugar para instalarme porque
no tengo ningún lugar fijo, prácticamente siempre están todos
ocupados.
En esta escuela he de coger aire para tener el empuje suficiente
para buscar a los profesores y al equipo directivo, para acceder a los
alumnos y a sus familias... porque parece que allí no pasa nada, todo
está controlado, todo es como ha de ser. ¿Qué hay que hacer para
generar demanda?
Estas dos imágenes, naturalmente, tan sólo son imágenes. Cada
escuela tiene un funcionamiento que la caracteriza, pero en las que
emerge algún aspecto de las quejas y las amenazas -que podrían estar
representadas por la imagen 1-, podemos trabajar para que disminuya
la violencia. En cambio, ignorar los problemas y negar su existencia
genera, habitualmente, más violencia. Violencia disfrazada, disimulada,
racionalizada e, incluso, desgraciadamente, pedagógicamente
argumentada y validada en muchas ocasiones.
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