Situación social, política y económica previa al golpe de Estado

 

Situación social, política y económica previa al golpe de Estado

 

Desde 1969, la movilización popular no sólo había jaqueado al régimen militar sino desafiado de distintas maneras el orden establecido. Sin embargo, a pesar de la alta movilización por el conflicto social, los partidos políticos no se encontraban en condiciones de encauzar el enfrentamiento. En este marco, un conjunto de organizaciones armadas se instaló en el movimiento popular que creció en barrios, universidades, fábricas e iglesias. De los varios "ejércitos" que operaron, realizando acciones militares espectaculares que eran miradas con simpatía por buena parte de la población, los que mejor lograron arraigar en el movimiento popular fueron los Montoneros. Se trataba de un grupo de origen nacionalista y católico al que pronto se sumaron sectores provenientes de la izquierda. Estos combinaban la acción clandestina con la actividad político partidaria principalmente a través de la Juventud Peronista. Otras de las más importantes organizaciones guerrilleras, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) desconfiaba del peronismo y realizaba críticas profundas a la sociedad argentina de la época y proponía, mas que una liberación nacional, una lucha latinoamericana contra el imperialismo. Se nutrían de las ideas trotskistas y guevaristas. Su presencia en el movimiento popular fue menor que la de los Montoneros.

El retorno de Perón a la presidencia se produjo luego de una serie de complejas peripecias. El presidente Lanusse fracasó en imponer su propia candidatura, pero logró proscribir al líder exiliado, quien entonces designó como candidato vicario a Héctor Cámpora. Éste, que manifestaba una incondicional solidaridad con el líder, suscitó a la vez fuertes simpatías entre los sectores juveniles y radicalizados del peronismo. Los jóvenes dieron el tono a la agitada campaña electoral que culminó con el triunfo electoral del peronismo. Las nuevas autoridades asumieron el 25 de mayo de 1973. Después de dieciocho años, la voluntad popular podía consagrar, con plena libertad, un gobierno constitucional que expresaba, a la vez, el deseo impreciso pero imperioso de transformaciones profundas.

En el mes siguiente retorna Perón y en septiembre se vuelve a convocar a elecciones en las que Perón recibe el 60 por ciento de los votos. Fueron los sectores juveniles quienes rodearon al presidente Cámpora y ocuparon importantes posiciones de poder hasta que Perón lo abandona debido a su inclinación hacia las organizaciones e ideas de izquierda. Esto culminó en una verdadera batalla campal el 20 de junio de 1973, día en que Perón volvía definitivamente al país, cuando una inmensa multitud se había congregado en Ezeiza para recibirlo y ambos sectores protagonizaron un enfrentamiento que dejó muchos muertos.

El conflicto interno del peronismo se desplegó con toda su fuerza. Frente a quienes proclamaban la bandera de la patria socialista, otro sector levantaba la de la "patria peronista", con posiciones tradicionales decididamente adversas a las ideas de izquierda. Ambos sectores compitieron por el poder y por el control de las movilizaciones callejeras, y a ambos recurrieron a la violencia, al terrorismo y al asesinato. Fue claro que Perón, quien en su anterior lucha contra los militares había respaldado a los jóvenes, ahora repudiaba su accionar, sus consignas y propósitos, se inclinaba por los sectores mas tradicionales del partido y se ocupaba de desalojar a los sectores juveniles peronistas de posiciones de poder. El momento culminante de esta situación fue el 1º de mayo de 1974 cuando Perón llama a la juventud peronista y a los Montoneros "imberbes y estúpidos" y los echa de la Plaza de Mayo. De esta manera se hizo pública la fractura del peronismo.

Los partidos de oposición, empeñados en apoyar al gobierno constitucional, no interfirieron ni en este conflicto, ni en el otro, mas sordo, de Perón con los sindicatos.

En este marco de fuertes divisiones, el 1º de julio muere Juan Domingo Perón, reemplazándola en la presidencia su esposa Isabel, quien no tenía ni la misma capacidad ni similar autoridad, y los conflictos se hicieron más agudos. Además ejerció su gobierno cercada por la figura de José López Rega, extraño personaje de ideas y prácticas nacionalistas, esotéricas y violentas, quien se sindicaba como el poder oculto del gobierno y organizó grupos clandestinos dedicados a asesinar dirigentes opositores, muchos de los cuales eran activistas sindicales e intelectuales disidentes, no enrolados en las organizaciones guerrilleras. Montoneros respondió de la misma manera, de modo que la violencia creció de manera irrefrenable.

La crisis petrolera de 1973 afectó a la Argentina por el incremento de los precios de los bienes importados. Las reservas se agotaron y la balanza de pagos registró un enorme déficit. También, frente a una inflación agudizada, el gobierno se lanzó a un drástico plan de ajuste económico, que incluyó una fortísima devaluación y aumento de tarifas públicas conocido como "rodrigazo", en alusión al ministro de economía Celestino Rodrigo, acólito de López Rega. Los sindicalistas respondieron enfrentando con energía al gobierno y lograron un aumento similar, con lo que los efectos esperados del "rodrigazo" se perdieron, pero la economía entró en una situación de elevada inflación y descontrol. Se produjo la primera huelga general durante un gobierno peronista que logró alejar a López Rega del gobierno.

Mientras tanto la violencia llegó a su máxima expresión. En septiembre de 1974 Montoneros secuestra a Juan y Jorge Born logrando el increíble rescate de 60 millones de dólares, mayor botín obtenido en el mundo por un secuestro. Por otro lado el ERP logró por entonces asentarse en un sector de la provincia de Tucumán, donde anunció la constitución de una "zona liberada", y el Ejército inició una operación formal para desalojarlo. También se incrementó la violencia de derecha. La triple A, Alianza Anticomunista Argentina, asesinó a adversarios a un ritmo acelerado. Además, desde 1975 las fuerzas armadas organizaban unidades operativas clandestinas que pronto superaron a sus enemigos e impusieron una represión indiscriminada y sin freno. Era evidente que el gobierno civil había perdido el dominio de la situación. Un intento de encontrar una salida dentro del orden constitucional (la renuncia de la presidenta y su reemplazo por el presidente del Senado, Luder) fracasó.

Poco después, la crisis económica y política combinadas creaban las condiciones para que las Fuerzas Armadas depusieran y arrestaran a la presidenta Isabel Perón y se hicieran cargo del poder el 24 de marzo de 1976, sin oposición y hasta con el aliviado consentimiento de la mayoría de la población, en un clásico escenario latinoamericano de violencia y crisis económica.

 Jorge Facundo Salguero

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