PADRE CELSO MILANESIO - PARTE II

 

 

PADRE CELSO MILANESIO


Continuación - Parte II

Dotado de una inteligencia preclara y de un carácter jovial y abierto, llegó a ser el amigo y el padre de todos, granjeándose la estima y el cariño de las autoridades eclesiásticas y civiles y de todo el pueblo sin distinción de sectores.

Amó la Casa del Señor agrandando el templo parroquial y embelleciéndolo con artísticos altares de mármol y decoraciones especiales. Se preocupó por restaurar, agrandar y edificar numerosas capillas en toda la jurisdicción para la atención espiritual de los feligreses, como las de Guadalupe Norte, Lanteri, Los Lapachos, Moussy, Santa Ana, El Carmen, Itatí.

Hombre de intensa vida espiritual, promovió las asociaciones de piedad, el Apostolado de la Oración, la Cofradía de Lourdes, Santa Teresita, Tercera Orden Servitana, logrando se comprendiera y se difundiera ampliamente la Comunión frecuente y el Rosario en familia.

La integración eclesial de los laicos fue su preocupación constante, dedicando a la Acción Católica lo mejor de su celo para formarlos espiritualmente y responsabilizarlos en los distintos trabajos apostólicos.

Haciendo suyos los sufrimientos de los más pobres, se esmeró en aliviarlos creando obras de beneficencia y organizaciones de promoción obrera y social que han sido las promotoras del desarrollo económico de la zona.

La educación cristiana de niños y adolescentes fue su inquietud constante que se cristalizó en la fundación del Colegio Primario Nuestra Señora de la Merced y del Instituto Secundario Gustavo Martínez Zuviría.

Siervo de María, vivió la vida religiosa en forma ejemplar. Comprendió la importancia de la presencia de la Congregación en la Argentina, a la que consagró toda su vida.

Fue Prior del Convento y Comisario en distintos períodos, aún en contra de sus deseos como lo expresa en su nota del 15 de mayo de 1948, luego de ser rechazada su renuncia al cargo por parte de sus Superiores: "Todavía me cuesta conformarme, pero ya no tengo otro remedio que agachar la cabeza y aceptan con resignación, un peso superior a mis fuerzas. Todos sabéis que no tengo dotes ni capacidad para gobernar No lo digo por humildad sino con plena convicción, porque me conozco. Confío, pues, en la gracia divina, en la protección maternal de María Santísima, en la decidida y constante ayuda de los Padres Consejeros y en las oraciones fervientes de todos los religiosos de la Comisaría..."

Las vocaciones religiosas locales fueron su constante desvelo. A él se debe la creación del primer seminario menor servitano en Avellaneda y, trasladado éste con posterioridad a Buenos Aires, se preocupó constantemente por alentar a los jóvenes de la zona y allegar recursos para su mantenimiento y formación.

La muerte lo sorprendió en plena actividad. El viernes 12 de diciembre de 1969, como de costumbre, participó en todos los actos de la comunidad, en el capítulo conventual celebrado esa tarde. Su presencia activa significó un valioso aporte a los temas tratados.

Por la noche se sintió mal y los médicos lo atendieron de inmediato. Bajo los efectos de los calmantes se durmió plácidamente y fue durante el sueño que el Señor lo vino a buscar para llevárselo a gozar del premio eterno.

Sus funerales fueron celebrados el domingo 14, presidido por el Obispo de Reconquista, Mons. Juan José Iriarte, dirigiendo la palabra a la multitud que acudió a darle el último adiós a su párroco, el Vicario Provincial P. Tomás Sgualdino.

TEXTO QUE CORRESPONDE AL LIBRO "BAJO EL SIGNO DE LA FE" DEL PROFESOR VICTOR J. BRAIDOT

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