PADRE JOAQUIN M. BONALDO

PADRE JOAQUIN M. BONALDO

El P. Joaquín M. Bonaldo nació en un pueblito de la provincia de Treviso, Italia, el 7 de julio de 1910. Desde muy joven ingresó a la Orden de los Siervos de María en la que, el 31 de octubre de 1931 profesó sus votos de pobreza, obediencia y castidad. Sus estudios filosóficos y teológicos los cumplió en el Colegio Internacional de San Alejo, en Roma, donde recibió el título de Doctor en Letras. Fue ordenado sacerdote el 8 de julio de 1934.

Realizó tareas docentes durante algunos años en la provincia lombardo véneta, en sus seminarios, para luego, a principios de 1939, emprender viaje hacia Argentina y Uruguay. Varios conventos del Vicariato Rioplatense fueron testigos de su fecundo
apostolado hasta que el 28 de marzo de 1952 -autorizada el 31-, se pidió licencia ministerial para él en reemplazo del P. Jerónimo M. Meneghini que era trasladado al Santuario de Oruro, Bolivia.

Ya en Avellaneda, sus dotes personales y su preparación cultural fueron puestas de manifiesto en las variadas actividades en que le tocó actuar: Vicario Provincial por algunos meses de 1964 y 1965, Capellán de la entonces Base Aérea Militar Reconquista desde 1957, maestro en el colegio parroquial "Nuestra Señora de la Merced" hasta 1965, luego director del mismo desde el 2 de marzo de 1966 hasta el 15 de marzo de 1970 y representante legal hasta 1974. Fue profesor de Castellano, Filosofía y Literatura, las materias de su preferencia, en los institutos privados de Avellaneda y Reconquista, amén del Instituto del Profesorado de Avellaneda que actualmente lleva su nombre.

Estuvo siempre dispuesto a superar todos los contratiempos y dificultades, dedicando su esfuerzo al bien de la comunidad. Su carácter era serio, profundo conocedor de los problemas sociales y en las distintas instituciones se lo apreciaba muchísimo.

El viernes 12 de agosto de 1977, luego de una breve enfermedad, el P. Joaquín M. Bonaldo falleció a la edad de sesenta y ocho años.

En el acto de sepelio realizado el sábado 13 quedó evidenciado, una vez más, el aprecio y la estima de los cuales gozaba, porque una verdadera multitud, inclusive de varias localidades cercanas, se congregó para darle el último adiós.
 

TEXTO DEL LIBRO "BAJO EL SIGNO DE LA FE" DEL PROFESOR VICTOR J. BRAIDOT