Al margen de la crónica
PUBLICADO EN DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE
Con estos amigos, los enemigos sobran
Amnistía es el perdón por ley o decreto de delitos generalmente políticos o económicos. Que haya un perdón legal sobre lo que antes mereció condena se siente por lo menos como una estafa. Porque permite suponer que lo que hoy es un delito, mañana puede dejar de serlo. De lo que se deduce casi con certeza que la ley es demasiado falible y sus determinaciones, muy vulnerables.
En este caso, en términos criollos, a quien no cumplió con sus obligaciones ciudadanas, dejó de pagar impuestos, no porque no pudo sino porque no quiso, y llevó sus dólares fuera del país para ponerlos “a salvo” como lo hizo algún ex gobernador con los dineros de su provincia, le llegó el momento del borrón y cuenta nueva.
Ya no son traidores a la patria, ni estafadores y menos delincuentes económicos, para convertirse ahora en los invitados a los que se espera con una alfombra roja. Cuando una amnistía -o moratoria- se pone en marcha, el discurso del poder está destinado a seducir a los vivos que incumplieron, mientras los que sí asumieron sus compromisos, los que contra viento y marea, hipotecando su bienestar, haciendo sacrificios para cumplir con el fisco, son otra vez burlados.
La falta de ideas de un gobierno que cree que la mayoría argentina es tonta, agobia.
Seguro que los titulares de Pymes están decepcionados; viven esperando que alguien escuche sus reclamos, y ni hablar de la gente de campo que por años bancó los desvaríos de una clase política soberbia que gastaba a cuenta y alardeaba de sus logros. También están los comerciantes honestos que no encuentran palabras para explicar a sus clientes por qué si nada aumenta, es más caro lo que venden.
Resulta que ahora quienes se olvidaron de pagar impuestos van a ser beneficiados con amplios planes para que puedan ponerse al día, que serán dueños de medallas al mérito quienes confiesen la cantidad de empleados que tienen a cargo, y esos que llevaron sus dólares fuera de Argentina, podrán traerlos sin que preguntas inapropiadas generen respuestas no deseadas.
La Argentina sigue siendo, a pesar de la crisis global, un país demasiado inseguro. La lógica indica que nadie en sus cabales que logró llevar su dinero fuera de estas fronteras, se sienta tentado a devolverlos; ni aun con garantías escritas. Acá todo es posible y lo que hoy es ilegal, mañana puede no serlo o a la inversa.
No hay controles y los que hay son tan deficientes que permiten la venta callejera de material trucho sin que a la Afip ni a la DGI les llame la atención. Nadie se hace cargo de nada y todos miran hacia un costado. Sólo importa zafar la coyuntura, juntar lo que sea con tal de hacernos creer que hay una preocupación real por ¿esta? crisis, cuando hay elecciones cerca. ¿Se podrán por decreto sostener empleos para la producción de bienes que nadie podrá comprar?, de qué solidaridad se habla cuando, en tiempos de bonanza, se hizo lo imposible por derrochar el futuro de miles de compatriotas que están otra vez al borde de ser mendigos, en un Estado cada vez más autista al que sólo le preocupa seguir beneficiando a amigos. Algo más respecto de la amnistía: perdón, gracia, olvido, condonación, absolución.
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