VIOLENCIA JUVENIL

 

 

VIOLENCIA JUVENIL

 

 

La violencia juvenil: responsabilidad de todos de la que nadie se ocupa

 

Publicado en https://www.sinmordaza.com.ar/

 

Hechos recientes de violencia criminal, perpetrados por jóvenes o adolescentes, rodeados de circunstancias tan estremecedoras como difíciles de explicar, han provocado en la sociedad un justificado sentimiento de horror e indignación. Reconquista y Avellaneda hoy padecen este mal pero sus autoridades nada hacen para detener acontecimientos aberrantes.
 

Solo por citar algunos podemos recordar: la feroz golpiza que un grupo de jóvenes le propinó a un jovencito en la ciudad de Avellaneda para robarle un celular. El asesinato a Ramón Osuna en barrio Zulema de Reconquista, el asalto a mano armada a un remisero en ese mismo barrio, un reciente caso ocurrido en barrio Belgrano con secuestro de armas y donde participaron personas que no superan los 25 años. El fusilamiento de un muchacho en la puerta de su casa en barrio Guadalupe. Las peleas a la salida de los boliches que son casi moneda corriente en cada parte de prensa policial después de un fin de semana, son situaciones que ni las autoridades ni aquellas asociaciones de derechos humanos parecen conocer, o al menos demuestran vivir otra realidad.

Abrir el debate en la casa de los representantes de la comunidad (Concejo Deliberante) para discutir un caso de un vecino que eludió un control con su moto o diseñar una nueva ordenanza para carribares, son temas importantes, pero mucho más lo es cuando se trata de violencia, armas y drogas, fundamentalmente en gente muy joven. ¿Será este el tiempo de darnos un debate en serio sobre las cuestiones de violencia que están ocurriendo casi a menudo en nuestro medio?   

El último acontecimientos ocurrió este fin de semana largo en barrio Belgrano de la ciudad de Avellaneda. El resultado de una gresca entre varias personas, terminó con varios detenidos y el secuestro de armas caseras, entre ellos un sujeto que ya había incurrido en otro hecho mencionado anteriormente, el del robo del celular y golpiza a un jovencito que transitaba en la vía pública, que fue golpeado con saña y perversidad por una patota.  

Y hago otra reflexión: ¿Tenemos que alegrarnos porque la policía los detiene?, o hay que iniciar un trabajo tendiente a poner en práctica políticas que apunten a atenuar hechos de estas características. Al margen de lo que le toca decidir a la Justicia, la sociedad no puede eludir una reflexión general sobre las probables causas de este brote aterrador de violencia juvenil, que no parece responder a motivaciones fácilmente identificables.

Cuando los hechos perpetrados por adolescentes o personas jóvenes, no tienen causas objetivas reconocibles, cuando aparecen como el resultado de un afán gratuito de destrucción, no podemos dejar de preguntarnos en qué punto se ha quebrado la formación moral o educativa que se está impartiendo a un determinado sector de la juventud. Habrá que preguntarse o replantearse, si la familia ejerce hoy, en todos los casos, la responsabilidad primaria que le corresponde en la formación del hijo adolescente y si el sistema formal educativo está en condiciones de complementar, con el rigor y la profundidad necesarios, esa tarea formativa esencial. Urge determinar en qué medida tales perturbaciones son causadas por las drogas o por el consumo descontrolado de alcohol, uno de los males corrosivos que sufre la juventud en este tiempo.

En otro nivel de análisis, los sucesos que estamos comentando revelan las graves debilidades de un sistema de seguridad que no está en condiciones de actuar con mínimas condiciones de eficiencia ante ataques al orden público tan brutales -, o ¿acaso tiene que ver con el nivel de desprestigio y desmoralización a que han sido llevadas - por motivos ideológicos, políticos, institucionales o de otra índole - las fuerzas uniformadas que tienen la misión de preservar el orden en la ciudad?. Todos estos temas deberían ser objeto inmediato de análisis, reflexión y acción, más allá del dolor y la consternación que provocan las muertes irracionales y gratuitas y golpizas que dejan secuelas de por vida, signos de una violencia de este tiempo que de ninguna manera debemos aceptar.-  

Oscar Díaz

 

 Fuente: SM

 

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